El pasado 12 de noviembre la Associació per a la Difusió, Estudi i Conservació del Moble visitó el Agromuseu de Vera, ubicado en el antiguo Molino de Vera, catalogado como Bien de Relevancia Local. De la mano de su responsable, el catedrático de la UPV y presidente de la Fundación Agromuseu de Vera, Juan Gisbert, pudimos conocer las instalaciones y fondos integrantes de la colección del museo relacionados con la conservación y patrimonio de la huerta.
Además de más de 1.000 piezas de carácter etnológico, el Agromuseu cuenta con una relevante biblioteca de alrededor de 10.000 volúmenes especializados en temas agrarios, algunos datados en el siglo XV. Asimismo, destaca la conservación de cuatro de las seis muelas originales del molino, así como la propia maquinaria de este inmueble preindustrial parcialmente recuperada.
Su origen:
Cronología incierta pero no medieval como se ha creído sino más tardío: Existe documentación que lo sitúa en el XV y otra más fiable en el XVI.
En origen se trataba de dos molinos dentro del mismo edificio: uno harinero Vera y otro batán La Closa.
Desde 1802 titularidad del Marqués de Malferit. El marquesado mantiene la titularidad hasta mediados del siglo XX. Los últimos molineros y ermitaños de la familia Castellano (y arrendatarios del terreno de la marquesa) perduran hasta 1957.
A partir de entonces y hasta 1983 pasa por un periodo de decadencia y abandono. Lo adquiere el Ayuntamiento. En el mismo momento comienzan los trámites para su declaración como conjunto de interés provincial, con la intención de crear un museo etnológico, reconstruir la ermita y poner en funcionamiento el derramador de la acequia.
A finales de los 90 hay un convenio entre Ayuntamiento y UPV para hacerse ésta cargo de la rehabilitación.
En el 2006 se inaugura el inmueble, con la intención de crear un museo, y dar a conocer los instrumentos de labranza y documentar sobre procesos agrícolas desarrollados en la huerta valenciana.
El conjunto que es un Bien de relevancia local, y aparece catalogado por las diferentes administraciones púbicas, tanto municipales como autonómicas.
En la actualidad la gestión la lleva la UPV. Destacamos la creación de la Fundación Agromuseu de Vera 2011 dedicada a la investigación de fondos relacionados con la conservación y patrimonio de la huerta.
En el complejo encontramos edificios anexionados de diferente cronología: Un molino del siglo XVI y la Ermita del siglo XVIII fruto de la paulatina unión de construcciones de diverso índole para cubrir las necesidades de una comunidad rural formada por el señorío y sus campesinos.
Hoy gracias a todo este interés y esfuerzo podemos hablar ya de la creación del Agromuseu de Vera.
Visita al taller de PIRÓ ORFEBRES. Un taller emblemático y reconocido por su buena labor en la conservación –restauración y en la nueva creación de orfebrería.
La trayectoria de la familia Piró se remonta hacia 1925, año en que Antonio Piró García, tras unos años de formación en el taller de Agustín Devesa, emprende su actividad. Ésta se ve interrumpida por la Guerra Civil, y una vez finalizada, el obrador se consolida a finales de los años 40 en su actual ubicación de la calle Na Jordana.
Con el paso de los años se van incorporando al taller los hijos del fundador: Maria José, Enrique y Antonio Piró López, consolidándose por su profesionalidad y reconocimiento, que se verá plasmado en el año 2002 con el título de Cavallers d’Argent (Caballeros de Plata) otorgado por el Gremio de Joyeros y Plateros de Valencia.
En el año 2003, los hijos de Antonio Piró López se hacen cargo, como PIRÓ ORFEBRES S.L. De esta forma se da continuidad a la tercera generación de una familia dedicada a este oficio.
Toda esa experiencia acumulada sigue vigente y activa hoy, trabajando en la creación de nueva obra, involucrados en la conservación y restauración del patrimonio cultural y siguiendo también con los métodos tradicionales de producción.
VISITA A LÁMPARAS CEBRIÁ
El pasado viernes 27 de noviembre visitamos el taller de lámparas Cebriá. Nos mostraron lámparas de diferentes estilos. Los materiales aplicados como la cerámica, tipos de cristal, metales, etc. También pudimos ver piezas originales y réplicas, así como lámparas en proceso de restauración y los métodos y criterios que utilizaron.
Salvador Soria descubrió el complicado arte de la marquetería de manera autodidacta y por obstinación personal hace ya 35 años. En este tiempo lo ha llevado a tal grado de perfección que sus trabajos le han permitido crear piezas para medio mundo e, incluso, elaborar la peana del pastel de bodas de los actuales reyes de España.
Salvador Soria tiene 75 años y una vida entera dedicada a la marquetería. Entró en el mundo de la delicadeza hecha madera casi por casualidad y por empecinamiento personal y, ahora, tres décadas y media después, puede vanagloriarse de haber trabajado para la Iglesia Ortodoxa rusa, el Parlamento de ese mismo país, infinidad de palacios árabes, mansiones de Canadá, Estados Unidos, Japón e, incluso, de haber elaborado la peana del pastel de bodas de los actuales reyes de España.
Ahora, sólo trabaja para él y por afición. Su casa está repleta de muebles y cuadros decorados con una marquetería minuciosa y rica en detalles.
Valencia, 1930. Carlos Gens Minguet regenta el viejo taller familiar que, con el tiempo, se ha convertido en una factoría dedicada a la fabricación de pequeña maquinaria, válvulas industriales y bombas hidráulicas. La marca GEYDA que ha creado junto con su socio, Rafael Dalli, está adquiriendo notoriedad y la empresa requiere una nueva sede que cumpla con sus nuevas necesidades.
Para su construcción, Gens busca un arquitecto muy reconocido en la época, Cayetano Borso di Carminati, al que le encarga una fábrica con un diseño diferente e innovador, que se instala en la actual avenida de Burjassot, a las afueras de la ciudad. En el proyecto, además de tomar en consideración el proceso de producción de fundición muestra un gran gusto estético, y tiene muy en cuenta a los trabajadores, planificando para ellos vestuarios con duchas y un comedor.
Las instalaciones se irían ampliando e innovando progresivamente para incorporar la nueva maquinaria, que acabó por suplantar el proceso manual de elaboración de los artículos prácticamente en su totalidad. Un esplendor que se iría convirtiendo en declive hasta 1991, año de su cierre definitivo. Con él se iniciaría un lento pero imparable deterioro del complejo industrial, fruto del abandono y la falta de mantenimiento, que culminaría con el incendio de una parte del conjunto en el 2014.
El destino, no obstante, le tenía preparada una segunda oportunidad. Pocos meses después del siniestro, los impulsores de la Fundació Per Amor a l’Art adquirirían el edificio para rehabilitarlo y dotarlo de una nueva vida, poniéndolo a disposición de la Fundació.